Pinturas congeladas
SAN GIL Y ERMITA
Contemplar
este paisaje desde la caseta (mirador fotográfico) donde puedes ver Cervera del
Río Alhama tanto el barrio de abajo como el de arriba, es una gozada, además si
vas en coche tienes aparcamiento y si vas a pie el cansancio es mínimo desde el
barrio de Nisuelas, quiero decir: vale la pena tanto si eres cerverano o
foráneo llegar a la caseta y pararte, contemplar, mirar y reflexionar en un
pueblo que en un tiempo fue cabeza de partido con todas sus atribuciones de
pueblo de cabecera y hoy en día sigue siendo pueblo por que los cerveranos aun
respiran y piensan que vuelva a ser un pueblo de primera.
Cuando
yo llegue a Cervera del Río Alhama, allá por el año 1954, me choco ver un
pueblo que rondaba los 6000 habitantes sin contar las pedanías que son
Cabretón, Valverde, Rincón de Olivedo y las Ventas, un pequeño barrio junto a
los baños de Fitero que no sé muy bien si pertenece a Rincón (las Casas) o a
Cervera; me choco, primero que todo ver a las mujeres con pañuelo en la cabeza,
estilo chulapona, pero negro y sus sayas negras, en fin todas ellas negras, mi
pregunta fue por qué, la respuesta era muy simple, llevaban luto, el luto en
aquel entonces era riguroso duraba no sé si la friolera de tres años, no era de
extrañar que el pueblo se viera todo negro por diferentes duelos encadenados,
con decir que yo o mejor dicho mi mujer se caso de negro y casi de madrugara
como si hiciéramos una cosa inadecuada. Otra cosa que me choco ver un pueblo
con dos Iglesias que fueran parroquias con sus correspondientes párrocos y dos
cementerios, lo demás era normal hasta el momento actual que me dicen que hay
dos tanatorios y no creo que rondemos los tres mil habitantes con pedanías incluido,
seguramente Cervera es un pueblo que apuesta por doble o nada, en fin, no deseo
que los tanatorios les falte el trabajo, aunque estos lo tienen asegurado.
DESPUES DE MUERTO PASCUAL…
Si
señor, después de muerto Pascual le pone el orinal, esto es lo que me pasa a mí
cuando cuento lo que me paso recién llegado de mi viaje de vacaciones
Salou-Cervera mientras descargaba las maletas y paquetes de mi coche en nuestra
casa del barrio de San Gil eufórico por el viaje. Paró un coche de gama normal
con una señora y un señor tanto él como ella guapotes, el de tez moreno cobrizo
y ella guapa, me preguntaron en un español muy entendible por un restaurante,
les informe donde podían ir a comer Diabel o La Rubia me preguntaron el coste,
les dije 20 o 30 euros según lo que comieran, se saco la cartera y me enseño
dólares y me comento en euros cuando era le dije más o menos a la par, ahora es
cuando yo caigo como un incauto, me pregunta el hombre en ver los euros yo
recién llegado abro la cartera y le saco un billete de 200 y uno de 20 se lo
enseña a la mujer me lo devuelven, mal pensaba, pongo los billetes en la
cartera y no dejo de quitar la vista sobre el billete de 200 de que estaba
dentro de la cartera, ahora es cuando me da el cambiazo, con el dedo índice me
señala unos papeles que llevaba en la cartera, con insistencia, le dije: deja
esto son papeles, cerré la cartera les indique la salida, la mujer me hecho una
sonrisa de cojones y se fueron. Entre en casa miro la cartera y los euros
habían desaparecido por arte de encantamiento y en mis propia narices, ahora es
cuando todos me dicen: no te dabas cuenta que eras un mirlo blanco para ellos,
ahora si me doy cuenta, pero en aquel momento no tuve los sentidos en su sitio.
El Guardia
Civil que me tomo declaración (muy atento) se reía mientras escribía el
atestado con la candidez en que había caido, diciendo, refiriéndose a los
ciudadanos en general os roban el teléfono móvil, cartera y llaves de coche por
dejarlos encima del mostrador en los bares de chiqueteo o encima de una mesa,
me hizo una demostración con un periódico de cómo se lo montaban los
carteristas, no me quedo mas remedio que hacer un gesto con la cabeza, si, si
es verdad. En eso que mientras hacia el atestado respondiendo las preguntas al ordenador,
llamaron a la puerta del cuartel, (es un recinto de chalets acuartelados) el
guardia me dejo solo unos diez o quince minutos atendiendo al que fuera. Encima
de la mesa se dejo la cartera y el móvil. Al entrar de su quehacer le dije: si
yo fuera un ladrón lo que lleva dentro de la cartera ya se lo hubiese
substraído porque me lo ha dejado al huevo, me hizo un gesto de aprobación,
miro la cartera y me contesto, pero yo no llevaba dinero, sólo le quería
demostrar que una vez muerto Pascual no hace falta que le pongan el orinal.
Ya no
hay ojos que mirar
ni
sueños con que soñar.
Todo
terminó, amor mío,
ya te
dejo descansar.
Poesia
de Mª Isabel Jiménez Garraleta del libro –Retazos
de mi vida-