CASA DEL TEODORO
De
apodo, LA AVISPA,
de
parras
la
calle está.
En
septiembre
llenas
de uvas
colgarán,
que
avispas
las rondarán.
Aunque
no soy cerverano de nacimiento sí, me considero con derecho de ser del Barranco
del Tollo y por asimilación Barrio Bajero y sobre todo cerverano, digo esto:
por qué este trocito de calle fue donde una parte de mi vida actual se
materializo; me enamoré y me case con la hija de “La Cavaora” casa vecina de La
Avispa con su parra y su patio. Después, en años venideros siempre fue nuestro
refugio de veranos pasados y recordados con mucha alegría por toda la familia,
conservando un gran cariño a mis cuñados Zara y Julio por tener la paciencia de
tener siempre una sonrisa en sus labios mientras nos albergaban en su casa, aun
siendo de todos los hermanos, nosotros ocupábamos un sitio durante las
vacaciones que no siempre disponían.
La
calle es parte final del barranco y la casa de la Avispa y la de Cavaora es la
última de este tramo de casas de la calleja, por el barranco aun continuan con
algunas casas más hasta llegar al final que es monte. Dicen que el Barranco del
Tollo es el principio del pueblo de Cervera, esto es lo que algunas veces he
oído en boca de cerveranos, yo me lo creo, es toda una señora calle que incluso
algunas veces bajan buenas barrancadas de agua dignas de ver.
Con
el vecino, ni que decir, eran cariñosos y buenos vecinos, nos aguantaban
cantares, en meriendas ansiosas de goce de vida de pueblo, trago va, trago
viene, un arenque, un chorizo, una sardinilla de lata, atún desmigajado, tomate
con sal, aceite y todo lo que se terciara, muchas veces compartidas con otros
vecinos que se incorporaban y participaban en hacer más agradable el momento, recuerdos
tan simples que a estas alturas de la vida que todo está tan sofisticado, el
ver casos similares a nuestras meriendas, superadas, de pinchos de gran chef,
si unos, de foie de pato, piquillo rellenos, anchoas de Cantabria con tiras de
pimientos del Padrón fritos, pechugas de pollo cortadas y rebozadas con pan rallado
al huevo y todo lo que uno puede pedir por su boca. No pude faltar entre bocado
y bocado los tics de dedos de los comensales sin parar de mandar fotos, wasaps
o mensajes con sus móviles de todo lo que están merendando a sus amigos que no
participan en directo de su merienda. Antes esto del chef, por lo menos en mi
caso, era mi jefe de trabajo. Lo máximo que aspirábamos en una buena merienda,
era una buena cazuela de caracoles hechos estilo de Cervera del Río Alhama…,
que no es moco de pavo, regado con un rioja casero del año trajinado y servido
con pichella por algún amigo pequeño cosechero. El recordarlo se me hace vino
la boca.
Mª ISABEL
Desde
que naciste que te conozco en los regazos de tu madre; como amigos que somos mi
esposa y yo de tus padres. Nuestro hijo e hija son más o menos de tu misma edad
seguramente que en días de verano jugaríais muchas veces juntos por estas
calles de Cervera, yo siempre te he visto niña, niña bonita, que a pesar de tu
enfermedad continuabas con tu hermosura natural y con la hermosura intelectual
que llevabas dentro de ti.
Me
enteré de tu muerte por una amiga de Internet, aun en tú enfermedad no me lo creía, tuve que preguntarle otra vez
si era verdad, me lo confirmo, cuanto siento que nos hayas dejado sí, ya sé que
nos tenemos que ir todos a un mundo de reposo absoluto, donde el fin será
infinito como el mismo firmamento y seguramente tú serás un lucero más que
resplandecerá en el espacio, pero me cuesta resignarme que una persona tan
joven como tú nos deje, lo siento de todo corazón, sólo deseo que donde estés
continúes pensando en tus poesías yo por mi parte no te dejaré de publicar en mi modesto blog, supongo que
me dejas, y como estas cosas de la informática navegan por el aire tal vez tú
me puedas captar y echar una mano y puedas volver a escribir tus poemas.
A tu
madre, hermana y familia, la familia Gilabert os damos nuestro más sentido
pésame.
A MI PUEBLO
He
recorrido tus montes, tu río con alegría.
He
subido a tu castillo, de niña, de noche y de día.
Ahora
sólo puedo verte sentada desde mi silla.
Estás
más bonita que nunca ¡castillo del alma mía!
Tu
río cristalino baja y me hace compañía.
Cierro
los ojos y pienso: “ésta es la playa mía”.
Y
sigamos recorriendo paso a paso, día a día.
Ya
estamos en la caseta, la Virgen del Monte, arriba;
a
Santa Ana, a San Gil que la Soledad nos bendiga,
que
sigamos manteniendo a nuestra Cervera unida.
Poesía
de Mª Isabel Jiménez Garraleta del libro Retazos
de mi vida
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