SOLE, SOLE, SOLE … CUANTO ME GUSTA TU NOMBRE
SOLEDAD…
Un rincón de rezos y amores,
ermita de la Soledad, siempre solitario de amoríos ocultos en tiempos pasados,
ahora, para que buscar rincones de caricias en ermitas escondidas; un beso a
pleno sol calienta más y ni siquiera es percibido por el andante de turno, es
bueno o malo el pasotismo de cariños encontrados; ¿si yo me lo pregunto? Diría
que es bueno que los humanos nos encariñemos a “plen solei” sin miedo, el amor,
cariño, comprensión y afecto es mejor compartirlo ya que si no se nos está
invadiendo otras malas formas de vivir encauzadas a la violencia de nuestro
sistema visual de información.
Sole…, canción de la mili
que al realizar la composición de “la pintura congelada” de La Ermita de la
Soledad, no sé porque, mi cerebro la parte del hemisferio derecho o izquierdo
uno de los dos se a puesto en marcha y sin darme cuenta estaba susurrando la
canción de Sole, Sole, Sole, Sole,/
cuanto me gusta tu nombre Soledad./ Sole, Sole, Sole, Sole Tambien me gusta lo
demás Soledad./ Y cuando sale Soledad./ Me gusta una barbaridad. /Airí, airá,
airí, airí airá. … y sigue y sigue mientras el soldado con su mochila,
fusil, granadas, más un sinfín de artilugios para matar, repiquetea el firme
suelo con sus botas para soñar.
Un lugar, Ermita de la
Soledad que el visitante de Cervera R.A. no puede dejar de visitar y poder
contemplar un paisaje bucólico en su plenitud de silencios. Cervera tiene poder
y sus rincones tienen saber.
MI ABUELO PATERNO
Normalmente desde que me
jubile me levanto de la cama tarde por las mañanas, pero hoy y algunas veces
esporádicas, madrugo, por tener visita médica o que me corroen las
tripas por ser un cenador de cenas muy debilitadas y a veces mis consecuencias
me dan mensajes de hambre, tampoco con exageración y mientras “esmorzaba”
desayunaba con consistencia, empecé a recordar a mi abuelo paterno, hombre de
campo de la provincia de Lleida del “pla d’Urgell”.
El recordar para mí es un
sustituto de la palabra hablada ya que mi voz es tan precaria que me doy cuenta
que el escuchan-té de turno no me oye o no me entiende y el gritar representa
un esfuerzo para mis pulmones y un esfuerzo irritable para el oidor, a estas
edades, que muchas veces el insistir que te oigan por no decir nada, más vale
quedarte mudo y hablar contigo mismo por lo menos uno se evita discutir.
A
prendí de mi cuñado cerverano en su vejez, la frase dicha por el repetida “lo que
tu digas” vale, con eso evitó parafernalias exculpatorias.
Mi abuelo lo llegue a
conocer, de muy pequeño un poco, por lo contado de él muchas veces lo tengo en
memoria, hombre sexualmente de tendencias muy religiosas o flojo en su tendón
de Aquiles, tuvo dieciocho hijos, ¿os imagináis un equipo de futbol con
reservas y entrenador todo incluido entre mujeres y varones? Por lo contado por
mi padre, era un hombre con sus razonamientos bien asumidos de padre, por cada hijo
compraba una finca y cuando los vio todos mayorcitos y que la alimentación era
más precaria para todos, puso un horno para cocer el pan de todo el pueblo, del
cual por cada hornada de pan entregada por familia, de sus panes, un pan era de
su propiedad del horneador, allí se fundó la dinastía de panadero, mi padre le
toco asumir esta responsabilidad.
Mi abuelo hombre poco
discutidor, recordar que en aquellos tiempos de mi abuelo nacido allá por los
1850 o 60, las familias eran totalmente diferentes de religiosidad y de cultura
yo diría algo parecida al Islam de nuestro días, cerrados en su Dios
Omnipotente, hoy en su manera de pensar
para ellos sería una aberración o, tal vez sentirían pena no ser de esta época, no
lo sé, ya que yo, viejo, estoy también en ella por pasar de un tiempo a otro y
no tengo una respuesta contundente de si es mejor o peor. Me digo: es la que es,
la que hay en cada momento y hay que asumirlo y si puedes adaptarte en ella,
mejor, pues tienes que vivir en todo lo que toca.
Mi abuelo, procuraba no
discutir, según mi padre que era discutidor nato por todo, lo puedo comprender
era el penúltimo de una camada de 18 hermanos mi tío que fue el último, no pudo
más y se hizo del partido comunista allá por los años 30. No era conformista mi
padre sólo de derechas, su hermano era más progresista; por lo contado sobre el
abuelo nunca oí nada de él seguramente era apolítico; era hombre callado e iba
a la suya, cuento su parodia: en el ambiente familiar en mis tiempos de pequeño
o joven el padre era toda una institución de respeto, merecido o inmerecido,
era así. Hablo de mi casa y la de mis abuelos, en mi casa la comida tanto si
era de fiesta o de diario, siempre era de tres platos que consistían en, sopa
de pan o algunas veces de pasta, arroz o también “olla barrejada” puchero con
de todo, unas veces verdura con patata y una ensalada del tiempo como plato segundo y el tercero un poco de
carne o pescado "bacalao" de lo que fuera. En casa mi padre la discusión a la hora de la
sopa siempre era la misma sonata, que estaba muy caliente y los gritos de la calentura
de la sopa se los llevaba mi madre, nosotros no hacíamos caso ya lo sabíamos de
antemano; en casa de mi abuelo pasaba lo mismo con la sopa caliente, pero no se
discutía por parte de él, al pie de donde se sentaba siempre tenía un botijo de
agua y el porrón de vino, si la sopa estaba caliente se echaba un chorro de
agua del botijo, y después se bebía un buen trago de vino, pero discutir,
discutir lo dejaba para otros, el molestar a alguien no le complacía. Son
formas de afrontar la existencia propia de cada uno con soluciones diferentes reales.
Supongo que en política pasaría lo mismo; la constitución La Pepa 1812, ya la
tendría en reposo en espera de que fuera más constituyente para todos. Nunca me
he preguntado si los abuelos, paterno y materno, conocían el idioma castellano,
ahora ya no tengo a quien preguntarlo ni de qué partido eran votantes, si es
que se podía introducir el voto en urna de cristal, madera o cartón. Curiosidad
solamente de nieto prehistórico.
SOLA
Triste amor,
sin rozar tu piel.
Sola en la vida,
Privada de él.
Lloro sin lágrimas,
todas gasté.
Agua pido,
quiero beber.
Ni amor ni lágrimas
quedan…
sóla, yo sé.
Poesia de Mº Isabel Jiménez
Garraleta
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