P-10 58X38
Año 2007
Año 2007
Camino Verde, este cuadro pintado desde la ladera del monte Piedralen, que uno puede andar hasta el pueblo de Inestrillas donde termina el camino y seguir hasta Aguilar del Río Alhama a un kilómetro por la carretera, el tramo hasta Inestrillas, siempre arropado por un lado monte y otro vega, el monte con sus plantas de secano de romero, estrepa, tomillo, espliego, aulagas y un sin fin de hierbas cuyos nombres desconozco, si giras la vista hacia la vega encontraras árboles como el chopo, frutales y hortalizas varias. Levantando la vista al cielo seguramente veras planeando algún buitre Leonado además según la estación del año no te faltaran trinos de diferentes pájaros, un paseo lleno de naturaleza, agradable, para realizar sin prisas y hacer acoplo de todo lo que uno va viendo para si disfrutarlo e incluso captarlo con una máquina de fotografiar digital y hacer bonitas fotos.
Toda la vida es un camino que vamos andando a sabiendas que lo que hemos andado ya no volveremos a pisar, máximo, si nos damos cuenta podremos rectificar, más el camino andado allí se quedará para bien o para mal, vale la pena de vez en cuando tratar de pensar y reflexionar de que manera afrontamos la vida en cada momento para poder extraer lo mejor de ella, cosa difícil, pero intentarlo es un deber
.
Antonio Machado con un magnífico verso lo supo resumir a mínimos, que por mucho que uno diga nunca podrá llegar a decir tanto.
Caminante, son tus huellas
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar..
Hablando con la nieta después de una comida medio fugaz del medio día, en la sobre mesa, empezamos los abuelos, mejor dicho, la abuela, a contarnos cosas de su niñez en Cervera de su casa del Barranco del Tollo y su familia de cómo se alimentaba y se vivía en los años 1945, le comente a mi nieta que poca cosa había que comer, la abuela le sentó un poco mal que yo dijera que la comida escaseaba en aquellos momentos. A continuación nos empezó acontar que en su casa nunca faltó lo más imprescindible, patatas, legumbres, hortalizas, trigo, huevos, matanza, pan, (se amasaba en casa para una semana o más días) leche y algo de carne conseguida a cambio de huevos de gallinas de corral con la carnicera familia suya, todo lo que cosechábamos era fruto del trabajo de nuestro hermano de pequeñas parcelas de terreno que disponíamos, la verdura de la vega y el trigo de las rozas del monte que el molinero nos transformaba en harina; el cuidado del cerdo, gallinas y algún conejo era más bien parte de nuestra vida cotidiana de nosotras las mujeres, los animales eran parte de la familia, se querían, lo que pasa que al año sintiéndolo mucho algún animal se tenía que sacrificar para el bien familiar. Cuando preparábamos el caldero para la cochina para que estuviera bien alimentada si era paridera con remolacha, patatas, coles y todo lo que venía a cuento, aún se acercaban personas del barranco y se comían alguna patata del caldero, no todos tenían lo necesario para tener una buena alimentación, nosotros sin tener mucho, si teníamos las suficientes calorías para continuar trabajando cosiendo alpargatas.
Mi apreciación, tal como yo conocí Cervera del Río Alhama unos años más tarde se percibía la falta de recursos en la alimentación, (en las capitales también se pasaba lo suyo) las comidas eran simples y con muy poca variación, buena sí, bien condimentada incluso con demasiado sebo y sobre todo muy naturales ingredientes foráneos los justos para cocinar. Lo que pasa es que al paso del tiempo todo se asimila con mucha más benevolencia y se recuerda con cariño, sin dejar por eso de haber pasado una niñez con alegrías y de bonitos recuerdos, pero con pocos recursos no solamente de comida, también de enseñanza escolar, básico para la persona, sobre todo para las niñas era todavía más difícil. A pesar de todo estos años para quien los ha vivido continúan siendo recordados y apreciados como un bien agradecido.
el camino, y nada más;
caminante, no hay camino,
se hace camino al andar.
Al andar se hace camino,
y al volver la vista atrás
se ve la senda que nunca
se ha de volver a pisar.
Caminante, no hay camino,
sino estelas en la mar..
Hablando con la nieta después de una comida medio fugaz del medio día, en la sobre mesa, empezamos los abuelos, mejor dicho, la abuela, a contarnos cosas de su niñez en Cervera de su casa del Barranco del Tollo y su familia de cómo se alimentaba y se vivía en los años 1945, le comente a mi nieta que poca cosa había que comer, la abuela le sentó un poco mal que yo dijera que la comida escaseaba en aquellos momentos. A continuación nos empezó acontar que en su casa nunca faltó lo más imprescindible, patatas, legumbres, hortalizas, trigo, huevos, matanza, pan, (se amasaba en casa para una semana o más días) leche y algo de carne conseguida a cambio de huevos de gallinas de corral con la carnicera familia suya, todo lo que cosechábamos era fruto del trabajo de nuestro hermano de pequeñas parcelas de terreno que disponíamos, la verdura de la vega y el trigo de las rozas del monte que el molinero nos transformaba en harina; el cuidado del cerdo, gallinas y algún conejo era más bien parte de nuestra vida cotidiana de nosotras las mujeres, los animales eran parte de la familia, se querían, lo que pasa que al año sintiéndolo mucho algún animal se tenía que sacrificar para el bien familiar. Cuando preparábamos el caldero para la cochina para que estuviera bien alimentada si era paridera con remolacha, patatas, coles y todo lo que venía a cuento, aún se acercaban personas del barranco y se comían alguna patata del caldero, no todos tenían lo necesario para tener una buena alimentación, nosotros sin tener mucho, si teníamos las suficientes calorías para continuar trabajando cosiendo alpargatas.
Mi apreciación, tal como yo conocí Cervera del Río Alhama unos años más tarde se percibía la falta de recursos en la alimentación, (en las capitales también se pasaba lo suyo) las comidas eran simples y con muy poca variación, buena sí, bien condimentada incluso con demasiado sebo y sobre todo muy naturales ingredientes foráneos los justos para cocinar. Lo que pasa es que al paso del tiempo todo se asimila con mucha más benevolencia y se recuerda con cariño, sin dejar por eso de haber pasado una niñez con alegrías y de bonitos recuerdos, pero con pocos recursos no solamente de comida, también de enseñanza escolar, básico para la persona, sobre todo para las niñas era todavía más difícil. A pesar de todo estos años para quien los ha vivido continúan siendo recordados y apreciados como un bien agradecido.
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