Cuesta de San Gil.
Subir, bajar,
Bajar, subir,
Días, meses, años.
Unos vinos,
Mus, carteta, guiñote...
Plaza.
Vida.
Tiempo.
Cada vez me cuesta más subir la cuesta de San Gil del
pueblo de Cervera del Río Alhama, me cuesta, pero la bajada aún me cuesta más,
no se si a todos los que rondamos una edad tranquila, el subir y bajar las
cuestas, en este caso la de la calle San Gil, les pasa lo mismo, de verdad es que
Cervera esta formada con calles que tienen cuestas y bajadas de un nivel
pronunciado, sino, que se lo pregunten al viajante forastero que quiera ir al
único hotel (con denominación de Hotel Rural Cervera ) que tenemos en Cervera,
que se lo pregunten y verán lo que les responde, eso sí al final quedaran
contentos de su hazaña de la escalada para subir en él por la tranquilidad donde está enclavada su
situación además su cueva-comedor que es pequeña, pero con estilo rural propio
de las cuevas de Cervera, trasladándote a tiempos remotos de las cavernas
prehistóricas, a mi sólo me falta algún ciervo medio pintado por mano indígena
en la techumbre de la piedra de la cueva, sólo es cuestión de imaginación,
algunas veces si miro hacia arriba después de comer o cenar, me da igual, veo
la huella de algún rumiante pintado por
mano cerverana, eso sí, acompañado de un buen vino de rioja en el yantar y con
un amigo que hablar...
La subida o bajada de la calle en el momento del dibujo el barranco
estaba al descubierto, hoy en día cubierto y cementado, los coches en aquellos
momentos en Cervera no invadían las calles, eran los menos que circulaban, el
viandante tenía su parsimonia que le correspondía al andar, para poder incluso
pensar en la partida que se encontraría en el bar; arrastrado, mus, guiñote o
alguna timba de carteta, hoy en día la carteta parece que está desterrada en
Cervera por lo menos en el barrio de abajo, hace tiempo que no veo echarla a
nadie, como hoy en día hay instaladas estas máquinas diabólicas, que uno juega euro tras euro, todo acompañado del tinglado de luces que
se encienden y se apaga para marearte, resultando que al final se lo queda la
máquina y supongo que algo el del establecimiento, lo que si estoy seguro que
el incauto que echa las monedas, éste seguro que se queda sin nada, el juego
con dinero todo es un mal, de escoger , me quedo con la carteta es más
emocionante, todos alrededor de la mesa
viendo al tirador de cartas con destreza, una para los de derechas y otra para los
de izquierdas y a descubrir cartas haber quién gana, la primera que sale que
hace pareja con la descubierta se lo lleva todo, se forman las apuestas,
perdías o ganabas pero era entre nosotros, al final el que ganaba siempre
estaba dispuesto a pagar una ronda de cafés o de chiquitos que te hacían
olvidar lo que habías perdido, la máquina ni las gracias sólo destellos de
colores para hacerte quedar más bobo contigo mismo.
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