Sombras

sábado, abril 18, 2020

CERVERA DEL RIO ALHAMA – Hoy va de cuentos


Reja forjada (calle Real, barrio abajo)

    
HOY LUISA DÉJAME…

Hoy Luisa déjame que te cuente un cuento, un cuento, de mil hormigas domiciliaras inquietas y cojoneras como la mosca, que no salen de casa ni por Dios. No es de ninguno de tus cuentos contados escuchados en tu juventud por cuentacuentos de personajes barrio bajeros del Barranco del Tollo, alguno de ellos, aun les oí contar y relatar su verdad como relato-cuento escuchado de sus padres y ellos de sus propios padres: La Mora Encantada, la Cueva de Marimón, los emigrantes que se fueron a las Américas y por último Catalina y el Trabas que fueron ajusticiados en Cervera el 18 de Diciembre del año 1899.
Cuando yo te conocí las personas en los pueblos éramos muy dados a escuchar a los mayores, a veces se pasaban en el contar pero escuchábamos, nos encandilaba su palabra, era nuestro editor habado con su propia salsa, sin corregir, muchos no sabíamos que era comprar un libro, nuestros recursos eran mínimos para libros, máximo uno podía llegar al TBEO y poder cambiarlo con otro compañero de otra serie de tebeos de hazañas bélicas y alguno leía libros de bolsillo del oeste del escritor Estefanía, muy conocido en nuestro tiempo. Los libros con esencia era otro cantar, sólo era para personas con catalogación universitaria o de alta burguesía para estantes embarnizados en salones acomodados de lujo con cuadros de paisajes en paredes tapizadas con apliques alumbrándolos.
Nosotros, los de a pie, sabíamos escuchar con orejas de burro de grandes que se nos ponían el oír de propia voz a los contadores de cuentos de pronunciados acentos largos, nos entusiasmaba y más de uno los ojos se le acandilaban. Me acuerdo que tú, cuando en fiestas, entre amigos nos contabas tus chascarrillos y poesías, que te sabias la tira, yo, cuando te escuchaba, siempre me preguntaba: ¿cómo te sabes tanto de lo poco, si tú los libros han pasado por alto en tu juventud? Sólo uno vi en tu casa; Genoveva de Brabante, (Christoph von Schmid) me llamo la atención, fue una de mis primeras lecturas ¡Me acuerdo! Hoy te cuento mi propio cuento que nada tiene que ver con tus cuentos del barrio de abajo del Barranco del Tollo. Tampoco son cuentos de coronavirus: que ya nos estamos preguntando cuando se terminaran.

LA SEÑORA Y LAS HORMIGAS

Había una vez una señora ama de casa, por cierto enclaustrada en casa por el Covid-19 que se aburría de tanto mirar las estrellas y eso que era defensora de los verdes y amante de la biosfera. Así llamaban, ama de casa, en su tiempo a la que cuidaba de todos los quehaceres de la casa, aparte de atender marido, hijos, abuelos y algún apegado familiar; señora, ella, con equilibrada paciencia, ésta señora tenía sus preferencias de pensamientos, era amante de los animales y una gran defensora de ellos, votaba a los verdes y ecologistas; ella no tenía ni perro, ni gato, ni esto que llaman mascota de ninguna clase; ella decía que los animales tienen que ser libres, como el aire que respiramos; no le gustaba depender de nadie; pensaba y estaba de acuerdo en sacrificar animales que son necesarios al ser humano para poder subsistir, en su día a día; ella los aceptaba como un bien natural necesario para que el ser humano se pudiera servir de su sacrificio como alimento nutritivo y dar vida al humano. De corrida de toros, cazadores, pelea de gallos, pelea de perros, loritos cotorra y toda clase de pájaros enjaulados, ere totalmente contaría a toda esta clase de diversiones por considerarlas aberrantes y poco dadas a personas con un mínimo de sentimiento hacia toda clase de animales. Todo animal que sirve para alimentar se puede matar dignamente, una descarga eléctrica y en canal, ya que el mundo desde que ha sido mundo se ha hecho para un bien común del hombre, en nuestro tiempo lo que no se puede hacer es ver morir animales para distracción de unos seres inteligentes que no nos lleva a ninguna parte. Las batidas de animales también las aceptaba, pero con un buen fin, que sirva como estofado del animal que sea, para un buen comer.
Así pensaba la señora, era muy concluyente en sus afirmaciones, incluso obsesiva de tanto amar a los animales, ¡Ay!... Los peros, estos siempre presentes. Esta señora tenía su casa, una casa, con cocina con todos sus utensilios, salón con sofá, sillones y cuadro encima del sofá de un ciervo saltando un matorral muy bucólico, incluso disponía de un hogar, que durante el invierno siempre encendía por ser más ecológico el calor, habitaciones con sus dormitorios con laminas de santos colgados en el cabezal de la cama, con baño y aseo con agua corriente, no le faltaba de nada. La señora era limpia y hacendoso la casa la tenía como los chorros del oro; pero al llegar la Primavera, empezaba el problema, los bichos a si los llamaba, a salir unas hormigas diminutas, de milímetro, unas veces por la cocina otras veces por el salón incluso en sitios insospechados, la señora no sabía que hacer, pasaba el mocho con legía por todos los rincones, procuraba que no hubiera miajas de pan por el suelo, pues nada, a si y todo continuaban saliendo las dichosas hormigas, se las miraba con pena y rabia. Era un dilema de alta alcurnia, para ella tan puritana; la señora que votaba a los verdes, ecologista y amante de los animales, porque las hormigas pequeñitas o grandes son animales himenópteros, molestas, sí, no cabe duda y más si las tienes en casa moviéndose a sus anchas por rincones a su gusto. La señora se las miraba a todas ellas como un Dios en sus alturas entre Pedro y Juan ¡casi nada! jefe y primo de Jesús, observa a sus fieles seguidores, si es que nos mira a nosotr@s; las pudo aplastar y pisar con manos, dedos, pies, darles una muerte con polvos mortíferos, espray, con la escoba arrastrarlas a la paleta recogedora y echarlas fuera de casa o al fuego de la llar, cambiarlas de hormiguero; si las miro y presto atención y las escucho ellas me dicen: — somos pequeñitas pero somos animales que no te hacemos ningún daño sólo recogemos simples migajillas de restos de comida tuyos, sin nosotras el mundo sería un caos, somos necesarias y así le hablaba la hormiguita habladora— lo siento, no puedo escucharte más, me molestáis, os metéis por todos los sitios en busca de comida, el veros por los rincones me irritáis mis sentimientos como suprema que soy de mi casa os tendré que eliminar, si acaso como amante de los animales os puedo dejar escoger cómo queréis que os extermine — Que más da que nos dejes escoger la forma de morir si nos quieres matar… tú amante de los animales! eres una cruel maltratadora de animales ¡tu amas! seguro que si, —le contesto la hormiguilla habladora— amas lo que te conviene y viene en gana a tus gustos, tu no amas a los animales, te sirves de ellos— y el cuento siguió triste, el ama de casa ya no escuchaba, le daba igual la ecología, preparo un mejunje casero por aquello de ser ecologista y cubrir apariencias y las fue exterminando una a una, hasta dejar la casa limpia de las pobres hormigas, que cada año vuelven a salir, por ley dictatorial, para ver si convencen a la señora que ellas no son caprichosas son necesarias en nuestro manera de vivir. Más la señora amante de los animales y ecologista, no soporta pequeñas hormigas, ni cucarachas y etcs en su casa…, que vivan en otra casa, no en la suya. Este cuento que te contado es solo un cuento acomodado a cada uno de nosotros. Es fácil ser respetuoso con todo si uno no tiene que decidir en nada.

—¿Cómo? Ahora me vienes como contador de cuentos, lo que me faltaba sin ver, ni oír, ni hablar en mi soplo-vaho-astral me dejas sin soplo-vaho. En mi tiempo terrenal en el barranco del Tollo, cuando morábamos no tenía tanta parsimonia con los bichitos rastreros y caseros, los aplastaba de una patada o les echaba unos polvos y los exterminaba ipso facto y ahora tú quieres con ese cuento poner en duda a la señora del cuento cómo una maltratadora de animales por matar a todo bicho viviente que pululan por vuestras casas. ¡Anda ya no me j…! Donde estoy yo reposando, no sólo tenemos hormigas tenemos gusanillos pequeños que devoran en un santiamén a una y no los podemos siquiera aplastar. Tranquilo, no es mi caso, la incineración lo purifica todo y el reposo es más tranquilo. Cuídate, que esto del Covid-19 va para largo, yo procurare desde mi aposento astral que por lo menos por Santa Ana puedas estar en Cervera del Río Alhama. Intento pensar, ¿que hay detrás de este virus? ¿Es todo natural? ¿Estáis todos idiotizados? ¿Se esconde el miedo para los humanos?.¿Os van a joder, en el buen sentido de la palabra, con eso de saludaros con el codo? Jajaja de risa para una que ya está en el Paraninfo y tú con un pie al otro mundo. Os digo: Hijos, nietos, bisnietos a vosotros os toca vivir… y a pesar de todo lo que pasa, sí, vosotros tenéis una mejor vida que tuvimos nosotros. Siempre existe la excepción.—

Bien cariño, me parece que te ha salido el soplo-vaho- astral burlón, no esperaba que me contestaras, yo sólo quería contarte un cuento para hacerte la estancia astral más llevadera en tu descanso eterno; tienes que saber que yo soy uno de estos llamados seres humanos de riesgo, soy asmático, los pulmones con muy poca capacidad de retención de aire, de un litro a uno y medio, el corazón con arritmias, citrón, colesterol, tensión alta y de postres ácido úrico, me duelen los riñones, los tobillos, las rodillas, la cabeza no y el humor cada día es más satírico, pero cuando me dejen, ¡manda huevos! … a por la bici mientras pueda. Sólo se vive una vez, aunque sea de mierda, todo es un decir en un momento que no tiene fin.


SI YO FUERA... 


Si yo fuera la luna, te alumbraría con mi hermosa luz. 
te enseñaría el brillo que tienen todas las bellas estrellas 
te arroparía en noches de frío, con mi manto de amor. 


Si yo fuera el sol, te daría todo mi calor, para que en esta 
tarde yo pudiera hacerte el amor, quizás, si fuera el arco 
iris, te envolvería en mis colores de pasión, ostentando ser 
tu enamorado corazón, aquel, que a ti te está amando. 


Si yo fuera, un ave te llevaría hasta el cielo, para que tú 
estuvieras bajo mis alas, y poderte dar toda la protección 
si fuera una nube sería el lecho perfecto donde derrocharíamos 
toda la ilusión, y nos abrigaríamos de este dulce amor. 


Si yo fuera tu mujer, tú volarías hasta mí, para quedarte aquí en 
mi pecho, sería la cosa más bella, poderte entregar todos mis 
besos, mis ansias y mis ganas las que te dejaría en mi ardiente 
lecho, si fueras mi amor, entonces pudieras entra en mi vientre. 


Poemas del alma: Kalita_007

No hay comentarios: