Pinturas congeladas
Subida al castillo por la
parte del barrio de arriba o barrio Santa Ana final de la calle Juana Jiménez.
Tuve la osadía de
presentarme a los relatos que convoca una vez al año RNE en el programa Paso a
Paso, que se transmite de 7 a 8 horas de la mañana todos los sábados para
personas, llamadas de la tercera edad…, viejos y además con honra . Fuimos unos
2000 osados que nos presentamos y que 1999 no ganamos, pero viejos y jubilados
participamos y, esto tiene su mérito.
Ahí va el mío que ni
siquiera titule
Hoy, Padre Baltasar
Álvarez,
antes calle Valija.
Un solo camino.
Andado por diferentes cultos.
Dependientes de un castillo.
Un solo camino.
Andado por diferentes cultos.
Dependientes de un castillo.
La calle
Padre Baltasar Álvarez, es una calle del barrio de la parroquia de San
Gil, barrio bajero para distinguirlo del barrio somero, de un pueblo de La
Rioja cuyo nombre es Cervera del Río Alhama. El padre Baltasar Álvarez, fue un místico español y confesor de Santa
Teresa del Niño Jesús nacido en Cervera del Río Alhama el año 1533. Dicha calle
solamente tiene salida hacía el monte, enlazando con un
pequeño sendero, camino que te dirige hacia la subida del castillo. Se trata
del atajo más directo hacia el castillo des del barrio de abajo. Antiguamente
la calle tenía otro nombre, Calle Valija. Según he oído era debido que in illo tempore el correo subía por esta
calle hasta el mismo castillo con su valija.
Soy un apegado al municipio de Cervera del Río
Alhama por nupcias matrimoniales con cerverana de muy buen ver en su juventud.
Del fruto de esta unión aparte de hijos tenemos nietos, con quien uno puede
fabular pequeños relatos.
Cada vez que
subo por esta calle –vamos a llamarla por el nombre antiguo, Valija–
unas veces sólo, otras con mis nietos en vacaciones de verano donde la familia
se une por unos días con simpatía de fiesta y alegría para reponernos del
trabajo cotidiano del año. Cuando los nietos eran pequeños de cinco, siete y
ocho años, los subía por la calle Valija y de esta a la senda del castillo,
encordados conmigo uno a uno con una cuerda de trenza de alpargatas que me era
fácil conseguir, ya que el pueblo casi todos se dedican a la industria de la
alpargata de cáñamo y de yute. Para mis nietos como si fuera cuerda auténtica
de alpinista dándole una importancia a la escalada, donde solo era un camino un
poco empinado. Los nietos eran tres,
dos niñas y un niño, había otra de corta edad que se quedaba en la cuna con sus
sueños de chupete. Pienso o quiero creer que para ellos eran los montes de los
dibujos de la serie Heidi que por aquellos momentos se pasaban por TVE.
Mientras
íbamos subiendo encordados, les contaba la historia del jinete misterioso en
caballo moruno, un Alazán oscuro de crines largas, montado con todo el orgullo
de responsabilidad de hombre portador de noticias importantes de invasores de
otros lugares que se acercaban por el valle del Alhama a la conquista del
castillo. Oh, porque no, de Zara y Fortún dos enamoradizos frustrados por ser
ella Mora y el Cristiano. El caballista -correo subiendo por el monte empinado
hacia el castillo –fabulaba yo en mis historias, sin oposición por parte de
nietos, nadie contradecía lo que yo contaba, dando fe a lo contado– donde sus
feudos estaban esperando noticias de sus batallas por el Alhama-Linares de
cristianos y sarracenos. Mis nietos, entonces escuchaban con atención mis
contadas batallitas, ¡qué gozada estar con ellos! me sentía grande como si
fuera jefe de la expedición al Himalaya. El nieto mayor, que era el varón, de
vez en cuando soltaba alguna que otra
pregunta: -Abuelo, ¿los del castillo siempre ganaban?- Contestaba la nieta por
mí a su primo: –No, porque si son malos no pueden ganar– y la más pequeña diciéndome: –Abuelo ¿Qué no
llegamos?– Yo para dar parcialidad les decía: -Unas veces ganan los del
castillo y otras veces ganan los atacantes.- Lo que si les recalcaba que en
toda clase de contiendas de guerra siempre pierden los dos y de los dos los que
más pierden son los niños y el pueblo que le toca la guerra…, ahora lo recuerdan, seguro, en vista de lo
que pasa por estos mundos nuestros ya no se creen nada de lo que yo les
contaba. A mis años, también me pasa lo mismo, ni yo creo que soy yo, aunque
quiero pensar y ver, al jinete montando caballo Alazán oscuro de crines largas
con su correo, espada en cinche y con la valija colgando al lado de
su caballo, jadeante por el esfuerzo de la pendiente del monte, llegando a
las puerta del castillo gritando para dar el santo y seña y entregar la valija
a su feudo diciéndole ¡Salam aleikum! o la ¡Paz esté contigo!, según del
mandatario que habitara en aquel momento, unas veces moros y otras
cristianos, portador de noticias agradables de amor para los pueblos.
Hemos dejado
la época de feudalismo donde el vasallo era manipulado y vilipendiado…,
vinieron épocas más esperanzadoras, ya pasó, nos queda la época del fracaso del
capitalismo y de la sin razón de todos.
Mis
nietos todos adultos con estudios superiores, yo viejo con primaria solamente,
no les puedo contar otras batallitas, son ellos los que me cuentan sus
realidades del mundo que vivimos. No es fruto de algún pensamiento de leyendas
medievales que tanto nos gustan a cierta edad de nuestra vida recordar la
memoria histórica. Procuro hacer como la espigadora, ir recogiendo de aquí y de
allá para hacer mi propia harina y pan, que unas veces la masa está en su punto
de fermentación saliendo un pan equilibrado y otras veces por lo que sea, sale
un pan sin “fuste ni muste”, pero como hay que comer para mantenerse, como y
sigo “palante”.
Vivimos tiempos difíciles, no para todos,
donde de pasar a tirar comida en la basura, hemos pasado a recogerla por
necesidad de lo que otros tiran. No sé donde llegaremos con los
pasos agigantados con los que hoy en día transcurren las cosas. Lo comparo con
la informática, cada vez se transforma todo tan deprisa, los años vuelan, el
tiempo en móviles y computadoras, ni te cuento, salen versiones nuevas de software y
la que tu creías que era la más nueva ya es vieja, en fin,… sólo sé que los
gobernantes de turno nos dicen y nos cuentan que ellos hacen lo que tienen que
hacer, sin aceptar diferentes opiniones, dicen, de esta manera todos iremos
bien en el futuro. ¿Será verdad? de momento las cosas pintan bastos y los
bastos que apuntan son duros, me despido con un, Salam Aleikum por lo de los
sarracenos del castillo. Y por qué no, también en español de la
periférica, A reveure, adéu , eskerrik asko, adeus y
aburiño; ¿no es verdad que todos podemos dar una pizca de
nuestro ser de orgullo destinada hacer felices a los amigos y a los que no lo
son? aún que sus descendencias sean diferentes la base es la misma. La
diferencia siempre merece un respeto.
P.D.
Escuche el relato ganador, bien otorgado y sin ganas
de renovación, siempre fiel a RNE. Pero insisto bien otorgado.

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