Sombras

lunes, julio 11, 2016

CERVERA DEL RIO ALHAMA - Un relato de un castillo

Pinturas congeladas

Subida al castillo por la parte del barrio de arriba o barrio Santa Ana final de la calle Juana Jiménez.

Tuve la osadía de presentarme a los relatos que convoca una vez al año RNE en el programa Paso a Paso, que se transmite de 7 a 8 horas de la mañana todos los sábados para personas, llamadas de la tercera edad…, viejos y además con honra . Fuimos unos 2000 osados que nos presentamos y que 1999 no ganamos, pero viejos y jubilados participamos y, esto tiene su mérito.

Ahí va el mío que ni siquiera titule    

Hoy, Padre Baltasar Álvarez,
antes calle Valija.
Un solo camino.
Andado por diferentes cultos.
Dependientes de un castillo.

La calle Padre Baltasar Álvarez, es una calle del barrio de la parroquia de San Gil, barrio bajero para distinguirlo del barrio somero, de un pueblo de La Rioja cuyo nombre es Cervera del Río Alhama. El padre Baltasar Álvarez, fue un místico español y confesor de Santa Teresa del Niño Jesús nacido en Cervera del Río Alhama el año 1533. Dicha calle solamente tiene salida hacía el  monte, enlazando con un pequeño sendero, camino que te dirige hacia la subida del castillo. Se trata del atajo más directo hacia el castillo des del barrio de abajo. Antiguamente la calle tenía otro nombre, Calle Valija. Según he oído era debido que in illo tempore el correo subía por esta calle hasta el mismo castillo con su valija.
 Soy un apegado al municipio de Cervera del Río Alhama por nupcias matrimoniales con cerverana de muy buen ver en su juventud. Del fruto de esta unión aparte de hijos tenemos nietos, con quien uno puede fabular pequeños relatos.
Cada vez que subo por esta  calle –vamos a llamarla por el nombre antiguo, Valija– unas veces sólo, otras con mis nietos en vacaciones de verano donde la familia se une por unos días con simpatía de fiesta y alegría para reponernos del trabajo cotidiano del año. Cuando los nietos eran pequeños de cinco, siete y ocho años, los subía por la calle Valija y de esta a la senda del castillo, encordados conmigo uno a uno con una cuerda de trenza de alpargatas que me era fácil conseguir, ya que el pueblo casi todos se dedican a la industria de la alpargata de cáñamo y de yute. Para mis nietos como si fuera cuerda auténtica de alpinista dándole una importancia a la escalada, donde solo era un camino un poco empinado.    Los nietos eran tres, dos niñas y un niño, había otra de corta edad que se quedaba en la cuna con sus sueños de chupete. Pienso o quiero creer que para ellos eran los montes de los dibujos de la serie Heidi que por aquellos momentos se pasaban por TVE.
Mientras íbamos subiendo encordados, les contaba la historia del jinete misterioso en caballo moruno, un Alazán oscuro de crines largas, montado con todo el orgullo de responsabilidad de hombre portador de noticias importantes de invasores de otros lugares que se acercaban por el valle del Alhama a la conquista del castillo. Oh, porque no, de Zara y Fortún dos enamoradizos frustrados por ser ella Mora y el Cristiano. El caballista -correo subiendo por el monte empinado hacia el castillo –fabulaba yo en mis historias, sin oposición por parte de nietos, nadie contradecía lo que yo contaba, dando fe a lo contado– donde sus feudos estaban esperando noticias de sus batallas por el Alhama-Linares de cristianos y sarracenos. Mis nietos, entonces escuchaban con atención mis contadas batallitas, ¡qué gozada estar con ellos! me sentía grande como si fuera jefe de la expedición al Himalaya. El nieto mayor, que era el varón, de vez en cuando  soltaba alguna que otra pregunta: -Abuelo, ¿los del castillo siempre ganaban?- Contestaba la nieta por mí a su primo: –No, porque si son malos no pueden ganar–  y la más pequeña diciéndome: –Abuelo ¿Qué no llegamos?– Yo para dar parcialidad les decía: -Unas veces ganan los del castillo y otras veces ganan los atacantes.- Lo que si les recalcaba que en toda clase de contiendas de guerra siempre pierden los dos y de los dos los que más pierden son los niños y el pueblo que le toca la guerra…,  ahora lo recuerdan, seguro, en vista de lo que pasa por estos mundos nuestros ya no se creen nada de lo que yo les contaba. A mis años, también me pasa lo mismo, ni yo creo que soy yo, aunque quiero pensar y ver, al jinete montando caballo Alazán oscuro de crines largas con su  correo, espada en cinche y con la valija colgando al lado de su caballo, jadeante por el esfuerzo de la pendiente del monte, llegando a las puerta del castillo gritando para dar el santo y seña y entregar la valija a su feudo diciéndole ¡Salam aleikum! o la ¡Paz esté contigo!, según del mandatario que habitara en aquel momento, unas veces moros y otras cristianos, portador  de  noticias agradables de amor para los pueblos.

Hemos dejado la época de feudalismo donde el vasallo era manipulado y vilipendiado…, vinieron épocas más esperanzadoras, ya pasó, nos queda la época del fracaso del capitalismo y de la sin razón de todos.
Mis nietos todos adultos con estudios superiores, yo viejo con primaria solamente, no les puedo contar otras batallitas, son ellos los que me cuentan sus realidades del mundo que vivimos. No es fruto de algún pensamiento de leyendas medievales que tanto nos gustan a cierta edad de nuestra vida recordar la memoria histórica. Procuro hacer como la espigadora, ir recogiendo de aquí y de allá para hacer mi propia harina y pan, que unas veces la masa está en su punto de fermentación saliendo un pan equilibrado y otras veces por lo que sea, sale un pan sin “fuste ni muste”, pero como hay que comer para mantenerse, como y sigo “palante”.
Vivimos tiempos difíciles, no para todos, donde de pasar a tirar comida en la basura, hemos pasado a recogerla por necesidad de lo que otros  tiran. No sé donde llegaremos con los pasos agigantados con los que hoy en día transcurren las cosas. Lo comparo con la informática, cada vez se transforma todo tan deprisa, los años vuelan, el tiempo en móviles y computadoras, ni te cuento, salen versiones nuevas de software  y la que tu creías que era la más nueva ya es vieja, en fin,… sólo sé que los gobernantes de turno nos dicen y nos cuentan que ellos hacen lo que tienen que hacer, sin aceptar diferentes opiniones, dicen, de esta manera todos iremos bien en el futuro. ¿Será verdad? de momento las cosas pintan bastos y los bastos que apuntan son duros, me despido con un, Salam Aleikum por lo de los sarracenos del castillo. Y por qué no, también en español de la periférica, A reveure, adéu , eskerrik asko, adeus y aburiño; ¿no es verdad  que todos podemos dar una pizca de nuestro ser de orgullo destinada hacer felices a los amigos y a los que no lo son? aún que sus descendencias sean diferentes la base es la misma. La diferencia siempre merece un respeto.

P.D.
Escuche el relato ganador, bien otorgado y sin ganas de renovación, siempre fiel a RNE. Pero insisto bien otorgado. 




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