Sombras

domingo, enero 20, 2019

CERVERA DEL RIO ALHAMA – Tú retrato


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más o menos



Ceras colores

RETOQUES EN UNA CARA 

…y mientras yo me acicalaba maquillándome en mi papel de payaso delante de mi espejo, me di cuenta que en esta vida, sólo soy, puro payaso de mis propios sentimientos. Intentamos por todos los medios superarnos en ser más de lo que somos, pensando en que uno es más que otro, por inteligencia, por hermosura, por empatía, por verborrea, por el porte, por…por, por-es acumulados en nuestro ego, que siempre deseamos que afloren en nuestra aurea que nos rodea, para deslumbrar amigos, familiares y a todo al que tenemos a nuestro alrededor, sin darnos cuenta que todo es puro teatro de nuestro propio cerebro que nos emperifolla al gusto de cada uno. No sé si este pensar es válido para todos, estoy convencido que para muchos, sí vale, otros puede que se reafirmen en ser más que otros, por creer en altas cunas, por ojos azules y pelo rubio, por raza aria otros, por pensar políticamente en sus propias afirmaciones afirmativas, otros, por afirmar que el mundo está hecho de colores y cada color tiene su componente, que le sirve para su propia valoración, aparte de la vista propia de ver los colores y otros por no valorar nada ni siquiera su propia existencia, porque piensan que nada tiene valor en una vida tan efímera, cómo la mariposilla blanca de verano que con unas vueltas a la farola dan todo su existir. 

A mí, que si me gusta mirarme en el espejo y acicalarme mi perilla de medio judío-árabe-español y algún otro chingorazo esparcido que seguramente también los hubo; pelo no me queda por mirar ni peinar y miro cuántas arrugas de más tengo día a día, no dejo de asombrarme que con todo el mirar y ver lo que veo, no llego alcanzar, ni siquiera, en mi rostro la categoría de digno payaso. 

Podía haber sido un buen payaso, me gustaba hacer reír a los demás en mi juventud en tiempos estudiantiles, más nunca interprete el papel de payaso, ni siquiera en disfraces de carnaval, solamente como pintor pinte en un tiempo una pequeña serie de payasos y, si tengo que decir la verdad ni siquiera sé por qué se me ocurrió en su momento, al cabo de unos años, me sirven para divagar en este blog y pensar que un mundo con mas payasos sería un mundo mejor; ….pero payasos de verdad; no estos comunicadores que cultivan el arte de hacer payasadas sin llegarnos a sacarnos, una, ni siquiera sonrisa de nuestros labios. 

SUBIDA A LA VIRGEN DEL MONTE 

Hace de esto unos cuantos años, cuando mi menda aun se consideraba joven de ágil movilidad en todos mis quehaceres; vivíamos en la calle subida Virgen del Monte numero 3, rondaba los 45 años y mi mujer 42, era verano en vacaciones… por la mañana, un voz gritaba de más arriba de nuestra casa; Cavaoraaaaaaaaaa, catalannnnnnnn!!!, medio adormilados, mi mujer abrió la ventana de la habitación y vio a una señora que gritaba desde su balcón más arriba de nuestra casa con ademanes desesperantes –Cavaora que se me está muriendo el marido, sube, corree, aprisa, no se que hacer – mi mujer me llamo y corriendo nos vestimos y fuimos a casa de nuestra vecina, ya por aquel entonces había pocos vecinos en la calle subida a la Virgen del Monte, nos acercamos a su casa, subimos las escaleras y vimos el panorama, el marido estaba muerto en cuclillas junto a la chimenea de hogar, con el puchero puesto en su seso arrimado en las brasas como si aun soplara para que el fuego siguiera en sus ascuas para llegar a llamas y darle calor a la casa, el señor así se quedo con el soplo en su cara con su mueca medio sonriente. Él, en su natural pose de invalidez; siempre llevaba la sonrisa en sus labios. 

Este vecino que nació con todas sus articulaciones funcionales en plena actividad, mi mujer lo recuerda en estado normal, por razones no se de que enfermedad se fue deteriorando y quedando cada vez más reducida la capacidad de movimiento, tengo que decir que yo lo conocí con sus movimientos siempre a nivel del suelo, el iba al campo y se montaba en el burro con su propio método, supongo que hacia sus labores de campo y regresaba a su hogar como bien podía, para los cerveranos de aquellos tiempos era bien conocido nuestro vecino; un vecino con todas nuestras simpatías.

Estaba muerto, la esposa, mi mujer y yo, nunca nos habíamos encontrado en una situación igual, me parece que fue el primer muerto que vi delante de mis narices –la esposa, que tengo que hacer– primero avisar al médico y tu Luisa ves a visar al cura, el muerto lo ponemos en la cama; entre los tres lo pusimos en la cama, me parece que es la única vez que lo vi recto, ponerle un pañuelo como mordaza, –…y la boina se la quitamos – para qué y le pusimos la mordaza con el nudo por encima de la boina, lo acicalamos y las dos se fueron a buscar cada una a su responsabilidad, digamos oficial. 

Yo me quede con el vecino muerto, el encima de la cama, muy natural con la boina y yo sentado en una silla de anea a su lado mirándolo y vi que no estaba afeitado, pensé y si lo afeito, no me atreví a tanto; mientras duró la espera, me familiaricé con mi vecino, incluso le hable y le pregunte que mal te a tratado la vida siempre arrastrado por el suelo para sobrevivir sin ningún recurso de amparo en tu enfermedad, me lo miré e hice un momento de silencio con los ojos cerrados, volví abrir los ojos, no sé si mi mente se transfiguro o mi visión se duplico, sea por lo que sea vi que movía los labios, con dificultad por la mordaza muy apretada y me contestaba entre abriendo y balbuceando palabras con los labios apretados – noo te creass… a ras del suelo se ven muchas más coosas de lo que uno piensa que los que vais erguidos por estos mundos, si cada individuo pudiera hacer un ejercicio de mirar la tierra que habita y no tanto al cielo soñado, seguro que el mundo iría mejor – se calló y yo me quede de sal, la mente volvió a su cauce y sólo pensé igual tiene razón, nunca miramos lo que pisamos y nos enmierdamos por no mirar. 

...El médico lo dio por muerte muy natural  y el cura, sus santos óleos cómo pasaporte para la eternidad cristiana en espera del juicio final, cada uno con su cuento. Yo me fui al bar a tomarme unos chiquitos en recuerdo del difunto, mi mujer no quiso venir y se fue a sus asuntos, la viuda a esperar las condolencias de los cerveranos a cumplir, en casa, no existían tanatorios en el pueblo en aquellos años. Lo enterramos al día siguiente, digo, casi me consideré de la familia, pero sus últimas palabras me han quedado en un apartado de mi mente. Cuanta mierda pisamos por no mirar la tierra.

ESPAÑOLITO QUE VIENES

Ya hay un español que quiere 
Vivir y a vivir empieza,
Entre una España que muere
Y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde dios.
Una de las dos Españas
ha de helarte el corazón 

                            Antonio Machado

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