Sombras

lunes, julio 13, 2020

CERVERA DEL RIO ALHAMA –Vuelta al hogar

Paraguayos 

POR FIN EL PUEBLO 

Hoy día 07-08-2020 Hemos llegado a Cervera del Río Alhama de la Comunidad de la Rioja, tu pueblo Luisa. Después de varios días confinados cada uno en su casa por motivos del Covid-19, un virus con su mala leche e incluso con su mal estar por todos los ciudadanos con miedos desorbitados por el bombardeo de telediarios advirtiéndonos sus innumerables consecuencias de pandemia universal, que la familia a soportado con el máximo rigor de prohibiciones de toda clase por orden estatal; al fin nuestro gozo se ha cumplido, Navarra, Fitero Los Baños. Hemos pasado el puente de Las Ventas y nos hemos introducido de lleno en territorio de La Rioja y…después el pueblo Cervera, la plaza centenaria de toros, la plaza San Gil y tu iglesia, tu barrio de abajo y pasar el umbral de la puerta de tu casa, la paz entre todos ha vuelto a sus inicios de tranquilidad, el coronavirus ha desaparecido de nuestro pensamiento, tu soplo-vaho astral se ha hecho presente entre todos nosotros, nos a iluminado en todo pensar y creer, que todo es verdad y todo es mentira, todo, pero todo es según se mira. 

Como buen comensal a la vieja usanza de paladar cerverano aguardando en mesa que tu hija nos preparase en un “plis plas” una comida medio fría y caliente al estilo tuyo; de primer plato, una ensalada de colores, verdes, amarillos y rojos de todo un poco, regado con aceite de la cooperativa de Cabretón y vinagre de vino envejecido en barrica vieja con solera avinagrada de viejos vinos, suculenta ensalada; de segundo, huevos fritos de las gallinas de tu prima, alimentadas con sobras de delicatessen, acompañado con pimientos aun embotados por ti, las yemas de los huevos, anaranjadas relucientes de frescor de ponedero, súper buenos. Ríete del restaurante más famoso -Casa Lucio- que se envalentona en decir que es el mejor restaurante que hace los huevos fritos de todo Madrid, a tu hija le han salido de campeonato, con puntilla y festones y a tu nieta y a mí con ansia comerlos por estar junto a ti, en tu casa, en tu cocina, en tu mesa, en tu estar. 

Después de todo lo comido, como buen cerverano al café Diabel me he ido a reunirme con amigos de edad similar, con eso del virus, poca gente, al rato algún que otro viejo nos hemos juntado con ganas de hablar intensamente, cada uno con su batallita de la mili, difícil entendernos a nuestros años el dialogar con mascarilla anti coronavirus. La voz se oscurece, pierde brillo, se nos queda apagada, los oídos se nos entumecen, la cera se acumula y tapona el oído, entre una cosa y otra, bla, bla, bla, una risita en una parrafada no entendida, una palabra incoherente como respuesta y así podemos estar un buen rato hasta que se nos va el pensamiento de todo lo dicho no entendido. —Otro chiquito, convido yo— 

—Que gusto me da veros en Cervera y veros a todos tan contentos y soñar con todos nuestros recuerdos de antaño, si en mi soplo-vaho estuviera el poder decidir, no me importaría brindar con una copa de cava junto con todos vosotros, pero lo mío es el reposo eterno donde el pensar no es ni pasajero, sólo se activa cuando vosotros con cariño me recordáis en vuestras conversaciones de alegres brindis de noches de preludio de luna nueva y de cantos con alegretos. Procurar tener muchos momentos de buena convivencia, es una buena receta para alejar allende de vuestros mares los malos momentos de tantas sandeces de un mundo cada vez más complicado y que dirigentes con sus hormonas subidas de tono os están fastidiando a todos. 

Ya sé ¡no lo voy a saber! que cuando uno está en el limbo de todo se da cuenta de los fallos de todos los otros, en este caso sois vosotros toda mi familia, a mi en el poco saber, ni ver, ni oír, ni hablar, ni siquiera escuchar ¡solamente descansarrrrrr!!! Os percibo a todos en vuestro dialogar, se que estáis unidos en vuestros lazos familiares y sabéis comprender que la unión es la que da fuerza a toda persona y más a las familias, pero siempre sin olvido del olvidado que muchas veces nos olvidamos. Recordad siempre, nadie es más que nadie, solamente os separan diferencias en lo terrenal, en lo astral ni siquiera existe la igualdad todo es pura conformidad de descanso polvoriento de soplos –vahos astrales sin determinar. A soplar que se os acaba el mundo terrícolas y a ti no te pavonees de ser el viejo de los 90 años, no te apures te llegará el San Benito, pero que Santo más tolerante. ¿Es que no te duele nada de tu cuerpo sandunguero?.— 

Luisaaaaaaaaa,!!! haber si te enteras me duele todo, tu bien sabes cómo empleo mi vida, las quejas las dejo para los quejitas, yo a mis años los dolores los combato, primero con suerte; dicen que cuando nací, naci envuelto con la placenta y esto era de buena suerte de aquellos tiempos y cuando los dolores me invaden me pongo un supositorio de Voltaren de vez en cuando, las nietas me dicen que es como si me chutara, me da igual lo que digan, es mano de santo, la bicicleta es un antídoto, todo junto me deja para vivir unos cuantos días sin dolores y con alegría, y a vivir que es lo que toca, además sin preocupaciones de prohibiciones de Gurus medícales. A nuestros años que más da un ratito más o menos, lo importante es el tic, tac de cada segundo que sea lo más placentero. A pesar de todo cada uno tiene que encontrar su remedio, la vejez es puñetera. Nuestros dioses hicieron un final de nuestras vidas un calvario, Yo, Albert los mando a la mierda por su mal hacer y me quedo con todo su amor en su bondad. 


MAYO TARDÍO 

El agua se refresca y su retozo suena en la alberca escondida 
Cruje la piedra suelta arrastrando al romero 
Los espinos se engríen 
en racimos de rosas polvorientas 

Crecen los pezones de las viejas higueras: 
se hinchan de dulzura mientras sueñan... 

A media tarde, melopea de ranas 
Camino arriba 
las amapolas luchan casi ahogadas por dientes de león y hierbas altas. 

Suben sombras vadeando la Peña. 
Hay lino todavía en las laderas 

Manitas en mis manos 
Polvorientas sandalias 
Perlas en las sienes... 

Un ruiseñor de pronto 
rubrica lo que era perfecto y ya se acaba... 

Poesía: Begoña Eguiluz 

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