Sombras

jueves, octubre 04, 2018

CERVERA DEL RIO ALHAMA – Sebastián Ruiz


F. 73X60 ?
Año 1975 

Óleo


EL MAESTRO EN ALBAÑILERÍA

En tiempos remotos a mi modo de ver de años pasados, este señor Sebastián Ruiz (maestro en albañilería) nos remodelo nuestra vivienda de la calle subida a la Virgen del Monte número 3; la vivienda estaba en estado ruinoso, desaprovechable, pero la magia de un maestro albañil, hizo que al cabo de un tiempo se volviera en una vivienda con carácter de vivienda personalizada unifamiliar y aceptada por el Ministerio de la Vivienda, como habitable y además, esto lo añado yo, agradable y confortable. Unos años de buen vivir fueron los que pasamos toda la familia del disfrute de dicha casa, por circunstancias imprevistas de años cumplidos y de pequeñas escaleras de la calle para llegar a casa, nos pasamos a vivir al número 1 de la misma calle en una casa de obra nueva y allí seguimos a pie de plaza.

Una vez instalados a la casa que el maestro de obras (Sebastián Ruiz) nos la dejo en condiciones perfectas, le pedí si posaría para que yo lo pintara, cosa que hizo gustosamente durante unas secciones de posar como modelo, cuando lo termine le dije si le gustaba, me dijo que si y se lo regalé en agradecimiento de su comportamiento por su manera tan formal en todas sus actitudes en la obra. La foto tomada del cuadro no es muy buena, pero no tengo ninguna más para el recuerdo.

Esta casa conservaba una bodega donde el propietario anterior hacia su propio vino, nosotros sólo la utilizamos como bodega de vino embotellado, aparte de conservar algunas botellas de vino durante algún tiempo que se conservaban en perfecto estado de reposo, el vino en su momento había que beberlo y hablarle con amigos, para que no pasara a ser de un vino vivo, bueno, a pasarse a un vino abocado que no sirviera para una buena comida, siempre me han gustado más los vinos jóvenes para comidas que estos vinos con tanto sabor a madera. Nestor Lujan fue un periodista gastrónomo y un escritor español en cosas del comer y beber era un experto; según él los vinos con mucho sabor a madera si se pasaban los llamaba vinos salseros por muy caros que fueran, en mi pobre experiencia de grandes vinos, que alguno he catado, siempre he preferido los riojas jóvenes, no son caros y el paladar los adsorbe con mucho agrado, es mi sensación de consumidor de vino, como hay gustos para todos, los pudientes y políticos consumen vinos de alto standing en reuniones, para revelar el precio del vino al comensal de su derecha en señal de futuros negocios.

En esta bodega aparte de meriendas con amigos, realicé alguna exposición de mis paisajes cerveranos, que los presente con un catálogo; “EXPOSICIÓN DE PINTURA AL ÓLEO, en una antigua bodeguilla riojana — agosto 8 al 22 – 87, tarde de 6 a 9 h. - c/ Subida a la Virgen n 3 – LA RIOJA. Las visitas recibidas por parte de cerveranos fue muy bien acogida y la exposición colgada entre la piedra viva de la roca de la bodega muy original, en fin, unos días agradables en todos los sentidos.
La presentación o introducción del catálogo me la escribió mi hijo Joan.




El albañil maestro, mientras lo pintaba me contaba que él en la guerra, mal llamada Nacional Sindicalista y de las J.O.N.S fue un golpe de estado en todo orden; el estuvo en mi pueblo, Balaguer, donde se formo una cabeza de puente que duro ocho meses, yo tenía siete años, ellos los nacionalistas cantaban: —en el cielo manda Dios  y en la tierra manda Franco y en la cabeza de puente manda la 54, más o menos así, con tonada corrida.

CUENTO DE UN PAIS

Erase de un país donde los hombres y las mujeres, eran felices se sentían ser dignos de tal país llamado Areugón, con lengua propia, sin importarles si había otros países, ellos los areugonenses se creían ser de tal país por descendencia de oriundos y por emigrantes, sin más, pero no era así, ellos pertenecían a un total de países pequeños que conformaban un estado grande, aunque algunos de estos pequeños países no estaban de acuerdo con la forma de gobernar de los poderosos, donde el poderoso junto con su séquito dictaba leyes para todos los demás pequeños países, que según sus leyes tenían que acatar todos a tabla rasa para tener un país, único, grande y poderoso ; parodiando:  como Nerón en tiempos de los cesares o lo adorabas a todas sus leyes o ibas directo a la arena con las fieras.

Para que eso fuera cumplido, se hacía valer de leyes muy estrictas que tenían que cumplir los ciudadanos de dichos países. Más los areugonenses, que eran autodidactas libres, sin perjuicio de leyes de poderosos, vivían a sus anchas, sólo les ocupaba el trabajo, su familia y sus fiestas tradicionales y ganar algún dinerillo para el ahorro de un mañana venidero, lo demás no les importaba, ellos seguían creyéndose que su país era Areugón con su lengua propia, nadie en años les había despertado de su letargo diciéndoles: no sois un país, sois agregados a una nación poderosa amante de las armas de destrucción  que tiene sus leyes que tenéis que acatar, si o si, sin remedio.

 La serpiente del mal, la de la manzana, la que hizo pecar a todo “kiski” despertó a ese pueblo feliz y contento y amigo de sus amigos, por convicción de lenguas compartidas con el pueblo; todo vino por parte de los poderosos del estado grande, empezaron con su lengua materna y maltratando a todo aquel que la hablara, en su tiempo gobernado por un poderoso “Nerón” totalitario, la represión fue dura, eso alerto con resignación al pueblo de Areugón a callar, su boca sólo serbia para rezos y jaculatorias, aunque prohibido en la calle, donde les podían llamar la atención o multarles, en las casas, nadie dejaba de hablar su propia lengua, así es que cada cual fue conservando su propio hablar, no ya por dignidad, por amor a su pueblo, llamado Areugón.

“Nerón” se murió, vino otra forma de gobernar por otros hombres que encontraron también tiempos difíciles por encontrarse con rémora muy arraigada y difícil para todos expresarse con la libertad deseada, más los adentros recónditos de los nuevos gobernantes, llevaban el ADN incorporado en sus tripas de tantos años de “neronismo”. La serpiente del mal volvió a despertarse, se volvió a la represión, más sutil si cabe, pero el final era lo mismo y los areugonenses que el despertar era menos soñador empezaron a juntarse y hablar entre unos y otros y demandar a sus propios gobernantes su nuevo país, deseado, por creer que ellos tenían todo el derecho como pueblo a ser de Areugón y poder decidir por ellos mismos, en una democracia participativa, sin pensar que la serpiente del mal, la manzana que lleva en su boca es solamente suya. Los demás países solamente pueden pedir un poco para probarla y contaminarse de su mal.

Los areugonenses, seguirán esperando ya que siguen sin probar la manzana de la serpiente del mal, en el fondo se conformarían con un poco de licor de manzana para que les alegrara un poco su existencia después de una suntuosa comida navideña. Para el pueblo del cuento Areugón, que difícilmente encontrará solución a todos los pedazos que poderosos represivos proponen es meter a todos en la cárcel, cuanto más cárcel más libertad, lo último que se puede hacer es perder la esperanza y decirle también: Que esta pera en dulce está muy bien agarrada, no se cae fácilmente —Que los sueños, sueños son. —


 LA VIDA ES UN SUEÑO

Sueña el rey que es rey, y vive
con este engaño mandando,
disponiendo y gobernando;
y este aplauso, que recibe
prestado, en el viento escribe,
y en cenizas le convierte
la muerte, y desdicha fuerte!
¿que hay quien intente reinar,
viendo que ha de despertar
en el sueño de la muerte?
Sueña el rico en su riqueza,
que más cuidados le ofrece;
sueña el pobre que padece
su miseria y su pobreza;
sueña el que a medrar empieza,
sueña el que afana y pretende,
sueña el que agravia y ofende,
y en el mundo, en conclusión,
todos sueñan lo que son,
aunque ninguno lo entiende.

Yo sueño que estoy aquí
destas prisiones cargado,
y soñé que en otro estado
más lisonjero me vi.
¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño:
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños son.

                                Pedro Calderón de la Barca (1600-1681)

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